Los orígenes del I ching

Es post sobre los orígenes del I ching quedó refundido en otro blog pero, debido a su coherencia temática he decidido relacionarlo y recomendar su lectura aquí.

feng shui- horoscopo chinoPor supuesto hace parte de nuestra creación intelectual y de nuestra postura frente al mundo.

Los origenes del I Ching se funden con los de la dinastía Zhou cerca al siglo XI antes de nuestra era, cuando Shangdi, el señor de lo alto o el cielo, era el dios supremo de quien dependían los ciclos naturales y las estaciones, la lluvia y la sequía, así como la guerra. Residia Shangdi en medio del firmamento, en la osa mayor, rodeado de una corte de nobles difuntos.

Al pueblo antiguo de la China le encantaba la adivinación y durante esta dinastía, aparte del uso de los huesos oraculares, se empezó a usar el sistema de tirar a suertes con ayuda de tallos secos de aquilea (o milenrama). Este es el origen más certero del I Ching. Al comienzo se trataba de obtener una respuesta binaria, positiva o negativa, un sí o un no. El «sí» se representaba mediante un tallo o segmento horizontal ininterrumpido: -. El «no» se representaba mediante un tallo partido o segmento horizontal dividido: –. Así pues, había dos posibilidades de respuesta: – o –. Pero devotos y clientes del sistema de adivinación buscaban más respuestas o al menos una con mayores matices y flexiblidades. Ésta se obtuvo combinando los trazos enteros partidos, consiguiendo no solo así dos posibilidades de respuesta en una misma línea, sino 2 elevado al cuadrado= 4 posibilidades de respuesta en dos líneas, 2 elevado a la tres= 8 posibilidades de respuesta en tres líneas (son los ocho tetragramas o trigramas del I Ching) y, especialmente, 2 elevado a la sexta potencia= 64 posibilidades de respuesta en 6 líneas (los 64 hexagramas del I Ching). Asociando una serie de significados de cada uno de los 8 tetragramas y, a partir de ellos, asociando un dictamen con cada uno de los 64 hexagramas, logrando un sistema de adivinación más abstracto y flexible, donde el cliente meditaba en estas respuestas sofisticadas y ambiguas y, tomaba su decisión.
Este ha sido el recuento rápido del famoso I ching del siglo III antes de nuestra era.
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