Ch’ien y K’un

Ch’ien y K’un, un tema singular para los estudiosos; la pareja de opuestos , dos signos que consisten en tres líneas nítidas, iguales, en el primer caso indivisas, y en el segundo divididas, es decir, tres trazos superpuestos, Yang o Yin. Los nombres dados a estos signos no son fáciles de descifrar.

Su significado más antiguo es probable y sencillamente “lo seco” y “lo húmedo”, la separación entre la tierra y el agua, que también para nosotros representa el comienzo de la creación.

Pero en China esta separación no es de superficies, pues Ch’ien no significa el continente, ni K’un el océano, ya que el acento está puesto en la fuerza activa de los elementos representados. De esta manera, Ch’ien quiere decir lo que engendra la tierra, y K’un lo que nutre a aquello que es engendrado. En estos significados primitivos de las palabras existe una tradición muy remota, que luego se transformó casi en su opuesta: que la tierra, o por lo menos su producto, es masculina. El cambio de significado del signo Ch’ien no ha ocultado nunca totalmente esta primera fase, y la ambivalencia de su sentido le confiere mayor fidelidad y una gran fuerza energética.

Aun en el primer período Chou, sin embargo, ya el signo Ch’ien había crecido mucho más allá de la tierra y se había elevado sobre ella, y la posición abandonada había sido ocupada en parte por el signo K’un. Entonces los encontramos como el cielo y la tierra. Pero también estas imágenes son dinámicas, y la cualidad de su acción es más importante que la índole de su ser. El cielo es el elemento creador: el gobernante, el príncipe y el padre. La tierra es lo receptivo, que se adapta abnegadamente a quien se ubica por encima de ella; es la madre, y la multitud del pueblo, dirigido desde arriba. Ch’ien es la cabeza y K’un, la cavidad abdominal. Ch’ien es redondo y expansivo, K’un es cuadrado y chato.

Ch’ien es el frío y el hielo, K’un es la tela que calienta y el caldero que contiene alimentos. Ch’ien es el metal que corta, el jade alisado, y K’un es un carro, que almacena y transporta las cosas apaciblemente. Ch’ien es la potencia, y K’un, la forma; y reflejando una remembranza anterior, Ch’ien es el fruto, y K’un, el tronco de la planta.

Ch’ien es un rojo vivo, y K’un, un, negro profundo. Ch´ien es el escenario en que los opuestos se enfrentan. Se dice que “Dios combate en el signo de lo creativo; lo oscuro y lo luminoso se suscitan el uno al otro”. Demuestra una experiencia notable que se trasladara este escenario al noroeste, y su temporada a fines del otoño y comienzos del invierno o, en términos del día, al momento que precede la medianoche.

Este es el momento del enfrentamiento de los opuestos, aquel en que se combaten las batallas decisivas, como lo sabe todo hombre que ha observado el ritmo de su psiquis. En cambio, K’un es el escenario del trabajo pacífico. “Dios hace que las cosas se sirvan entre sí en el signo de lo Receptivo”, se dice. Es el verano avanzado, que trae la madurez; es la media tarde, cálidamente iluminada por el sol.
Texto tomado del libro Mutaciones, 8 lecciones del I ching; autor Hellmut Wilhem.

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