Sexualidad y ascetismo

La sexualidad y el ascetismo, un tema sobre el que vale la pena decir varias cosas.

Vamos a los comienzos de la cultura. Sobre todo el sexo femenino, la sexualidad femenina se consideraba sagrada, así como la fertilidad, yuxtaponiéndose a la infertilidad y la asexualidad que eran consideradas lo más profanas posibles*. No era raro que nuestros machistas predecesores de tiempos idos, llegaran a considerar que la infertilidad era sinónimo de desnutrición y hasta de hambre (otro concepto con cierta semejanza pero distinto en otro sentido, del ayuno voluntario como vehículo para conquistar el yo físico y alcanzar nuevos estadios de iluminación y comunicación trascendente).

El carácter sagrado de la madre era más notorio en el periodo neolítico, cuando la primera agricultura se desarrolló y se homologaba a la tierra con una madre). Así mismo es notoria esta ligazón entre sexualidad y ascetismo (diría que religiosidad, lo sagrado o religión) en las sociedades arcaicas, cuando proliferaban y dominaban las diosas o divinidades femeninas, haciendo una salvedad: eran duales, puesto que encerraban dentro de sí las perspectivas de dadoras o creadoras de vida pero también como justicia y exterminadoras de vida llegado el caso.

El ascetismo no es una profanación de la sexualidad sagrada, sino una trascendencia sobre la condición humana normal, en términos de perfección, buscada en la dirección contraria, en la auto-negación de una necesidad fisiológica y cultural e inclusive en la negación de otros placeres de la vida como pueden ser comer y beber. Es reprimiendo la sexualidad (y canalizando esa poderosa energía en otro sentido), como el ascetismo reconoce esta dimensión sagrada. Por eso se valora tanto el ascetismo en las mujeres, cuando en realidad es más difícil para los hombres asumir esta condición.

*La infertilidad y la asexualidad podían estar ligados al frío, al peligro o al mucho quehacer diario o con la incapacidad fisiológica, sobre todo del varón.

Ver también:Sexo meditativoPene y taoismo I ching y sexo

Sexo meditativo

El sexo meditativo suele ser sinónimo de tantra, esa herramienta sofisticada para liberar el potencial de las parejas en pos de multi-orgasmos y plenitud amorosa. Siendo el cuerpo un receptáculo sagrado, un verdadero templo, una puerta que conduce hacia la liberación, vale la pena valorarlo en su justa dimensión, alejando las ideas que miran el deseo como algo nefasto y a la sexualidad como una necesidad biológica centrada tan solo en procrear. El sexo puede ser algo trascendente, único y mágico. Y no se trata de ser machistas ni feministas, se trata de asimilar que la vida en sí tiene un componente femenino importante y sagrado, que merece respeto, atención y estímulo.

Ver también: Budismo tántrico ; pene y taoísmo ; tai chi para parejas